24.5.13

El homúnculo.

Mi madre veía a los hombres como una deformada subraza a los que la selección artificial había convertido en un bicho grotesco y ridículo.
Cuando era niña me hizo aprender una taxonomía que marcaba unos ejes de coordenadas comportamentales que definían su espacio vital.

 LOS HOMBRES eran: 
1.- Conscientes de su domesticación e inviables en la naturaleza. Si se les deja libres, les atropella un coche o se los come un gato.
2.- Temerosos en el sentido de amilanados, angustiados y angustiosos, asustadizos, cobardes y recelosos.
3.- Caprichosos y mentirosos.
4.- Cortos, en el sentido llano de imbéciles.
5.- Impetuosos, en el sentido de violentos, vertiginosos y furiosos.
6.- Unos lloricas autorreferentes.

Me decía que cuando viera a un hombre comportándose contra una de las categorías, lo haría fingiendo por impulso de otras más despreciables. Si alguien se me presentaba como un hombre caval e inteligente era fácil que mintiera para conseguir un capricho.
Yo sabía que lo decía por despecho, que era una forma de castigarme porque yo adoraba a mi padre -un borracho sin remedio- y por despreciarla a ella. Mi madre era una loca que escupía contra el viento a mi costa y por supuesto siempre tomé sus teorías con asco expresándole mi vergüenza ajena siempre que tenía la ocasión.
No puedo evitar pensar en mi madre cuando la gente se comporta conforme a sus esquemas. Quiero creer que las más de las veces lo hacen por miedo al ridiculo. Como si hubiera un observador, un niño más fuerte y curel que ellos que se ríe si se comportan de forma altruísta, sensible, sincera, buena o bella. Mi madre nunca me hizo taxonomías de mujeres, supongo porque era evidente donde quedaría ella. Son clichés, claro, vomitivos clichés diseñados como virus para impedir cualquier entendimiento.
María la Salvaje, una compañera de celda y toda una líder en la cárcel decía con sus palabras y sus gestos de machetera que las mujeres solemos montarnos nuestras historias para creer que dentro de ellos hay otra cosa más glamurosa. Chupamos su polla para que salga el humúnculo que se esconde detrás de toda esa grasa. Ella, medio en serio medio en broma lo decía así: "Les corté a pedazos para buscar a ver y no encontré a nadie dentro" Mató a cinco desgraciados en un prostíbulo. Era toda una lideresa y se la respetaba de verdad.

No hay comentarios: